El 17 de febrero se celebra el Día contra la pobreza energética y, del 17 al 22, la Semana europea. Para muchos países en desarrollo va a ser casi imposible cumplir con el séptimo Objetivo de Desarrollo Sostenible, «garantizar el acceso universal a servicios de energía asequibles, confiables y modernos para 2030».
El impacto en la salud de esta situación que impide cubrir las necesidades energéticas para una calidad de vida mínima es muy claro: aumento de la mortalidad y un mayor riesgo de sufrir patologías cardiovasculares y respiratorias.
Las cifras de la pobreza energética en España y en el mundo
La desigualdad impide a muchas personas mantener una temperatura adecuada en su hogar. Los más afectados son las personas mayores y aquellas muy vulnerables, así como familias sin ingresos o migrantes que viven en condiciones precarias. A finales de 2021, Médicos del mundo denunció que la pobreza energética afecta a 6,8 millones de personas en España y hasta a un tercio de la población mundial.
Además, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) extraídos de la Encuesta de Condiciones de Vida y Encuesta de Presupuestos Familiares, el 9,6% de los españoles afirma haber tenido retrasos en el pago de las facturas en 2020, frente al 6,6% que lo hacía en 2019. Estas cifras ponen de manifiesto que la pandemia causó un aumento de la pobreza energética en España de un 22%. Faltan los datos del 2021, en los que además de la crisis de la COVID se reflejará la escalada de precios de la energía.
Los riesgos de vivir en la pobreza energética
Las principales dolencias asociadas a la pobreza energética son las cardiovasculares y las respiratorias, como la gripe o el asma. A esto hay que sumir lesiones que derivan de la combustión de leña o carbón. Como consecuencia, según un estudio de la oficina regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2011, se producen hasta 38.200 muertes prematuras al año en 11 países europeos. En España se estima que son 7.000 las muertes anuales las asociadas a la pobreza energética. Además, la pérdida de confort térmico y la incapacidad de hacer frente a las facturas empeora la salud mental.
Según Médicos del Mundo, la probabilidad de tener bronquitis crónica, depresión y ansiedad cuando se sufre de pobreza energética es entre 3 y 5 veces mayor.
El aislamiento, una solución eficaz contra la pobreza energética y la crisis climática
Aumentar la eficiencia energética de las edificaciones es una medida muy eficaz para luchar contra la pobreza energética. Para lograrlo, el aislamiento térmico realizado por instaladores profesionales resulta clave.
La rehabilitación energética de las viviendas existentes, priorizando los hogares vulnerables, es una solución eficaz y a largo plazo para evitar cortes de suministro. Sin duda es mucho mejor opción que el bono social y otras ayudas, con limitaciones de acceso y barreras burocráticas. La realidad es que para conseguir un confort térmico mínimo solo se puede aumentar el consumo energético, a no ser que se aísle la envolvente. De ahí que las ayudas económicas no sean una solución adecuada para resolver la pobreza energética.
Las aproximadamente 25 millones de viviendas que componen el parque español son responsables del 30% del consumo final de energía. Además, producen un tercio de las emisiones de CO2 totales. De ellas, el 60% son anteriores a cualquier normativa de eficiencia energética.
Un aislamiento térmico bien diseñado e instalado puede suponer un ahorro de hasta el 50% de la factura de la luz, por lo que es una inversión muy rentable que se amortiza en pocos años.
En la tarea de conseguir un parque de viviendas cada vez más eficiente es tan importante disponer de fondos suficientes como dar a conocer a las comunidades de propietarios y a la sociedad en general la necesidad de invertir en rehabilitación energética. Pero también es recomendable que al aislamiento le acompañen otras medidas eficaces. Es el caso de la sustitución de electrodomésticos por otros más eficientes, así como la estimulación del autoconsumo energético.
Ayudas para la rehabilitación energética
Actualmente, en el contexto del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, existen programas de ayudas orientadas a la rehabilitación. Son las partidas más destacadas de una inversión total de 6.820 millones de euros. De estos, se destinan 1.994 millones a la rehabilitación integral de edificios, 976 a la rehabilitación de barrios y 450 a cubrir deducciones fiscales.
En AISLA trabajamos para facilitar la búsqueda de profesionales, su formación y su reconocimiento, conscientes del papel vital del instalador profesional de aislamiento en esta lucha contra la pobreza energética.